jueves, abril 10, 2008

Unitax multiplex

Uno de los autores que ha llamado poderosamente la atención sobre el paradigma de la complejidad es el sociólogo francés Edgar Morin.
Morin habla en el campo de la complejidad de la unitax multiplex, que en el caso social haría referencia a una unidad social que sólo se alcanza mediante la diversidad de las distintas unidades individuales, y por ello múltiples, que componen el entramado político, a la manera del symploké platónico, es decir, en donde las partes se unen con el todo y con otras partes, sin que haya diversidad ni unidad absolutas (donde nada se relaciona con nada y el todo consigo mismo).
Los dos ámbitos, la unidad y la pluralidad son mutuamente indispensables. La vida humana necesita imperiosamente de los dos momentos, de los dos lugares; su dialéctica es la que da posibilidad al crecimiento, a la perfección, del ser humano visto en lo individual y en lo grupal. Dualidad que es esencial, pues como dice Morin al hablar de la cultura como patrocinio integrador de la humanidad, como un código genético social: “la cultura sujeta y autonomiza a la vez al individuo.”[1]
Aparentemente hay un conflicto cuando, los discursos políticos se dirigen, por un lado, al respeto de la pluralidad y de las diferencias motivadas por las condiciones de género, raza, idiosincrasia, religión, entre otras que eviten los actos de discriminación. Pero, por otro lado, los discursos también se dirigen innumerables veces a demandar de los individuos suma de esfuerzos, de voluntades para contribuir a la unidad nacional para resolver los problemas que aquejan a las comunidades políticas.[2] En cierto sentido, la paradoja de apelar a la unidad al mismo tiempo que a la diversidad, ha sido analizada por Morin cuando construye el sintagma «unidad en la diversidad» y la «diversidad en la unidad», lo que equivale a sostener que en última instancia la vida humana no transcurre únicamente con arreglo a la cohesión social porque se dejaría poco espacio para la autonomía y la decisión sobre qué rumbo hay que darle a la vida individual, de la misma forma en que para solventar la problemática social hay que transformar el extremo individualismo y ser solidarios con el grupo al que pertenecemos aunque ello implique sacrificios a los bienes y valores del modelo político clásico liberal.

El pluralismo también ha sido señalado por Otfried Höffe como un elemento de especial importancia porque es un mecanismo de mediación entre el individuo liberal aislado y la omnipotencia del Estado hobbesiano.[3] Además, dice Höffe, hay que andar con cuidado con la idea de pluralismo porque en su tendencia liberal –que ha sido la más dominante por cierto- el concepto de pluralismo sólo crea variedad y competencia pero no los elementos complementarios de la comunidad y la cooperación.[4]

En ese tenor, en un sentido de complejidad social, de lo único de lo que podemos estar seguros es que todo lo que hacemos se refiere a uno mismo como se refiere a los demás, porque las acciones son cursos operatorios unitarios y plurales a la vez. Incluso, por poner un ejemplo extremo, el suicidio que aparentemente es una decisión individual en la mayoría de los casos funciona bajo la lógica de trascendencia afirmativa o negativa de lo social[5]
Un suicidio como decisión individual que se hace en nombre de la sociedad.

[1] MORIN, Edgar. La humanidad de la humanidad. Las cursivas son nuestras, pues con ello también queremos indicar que la praxis social se desdobla tanto en campos que favorecen o estimulan como también reprimen o inhiben los cursos de acción humana.
[2] Como ejemplo paradigmático de las dificultades del bien común, nos parece oportuno citar lo que dice Baratta, un experto en el campo de la política criminal, con respecto a la seguridad (pública). “La seguridad asume siempre… connotaciones colectivas: no se trata propiamente de la seguridad de los derechos de las personas, independientemente del grupo social al cual pertenezcan, sino de la seguridad de la nación, de la comunidad estatal, de la ciudad.” La seguridad, según se comprende, es un asunto que importa al ser humano cuando se le observa formando parte de una comunidad política, cuando la ciudad o el mismo estado es el órgano capaz de dotarla, de asegurarla o procurarla, sin que descuidemos la seguridad de cada uno, de perspectiva individual, que es uno de los derechos primordiales de los que somos titulares.
[3] HÖFFE, Estudios sobre Teoría del Derecho y la Justicia.
[4] Ibidem.
[5] Para comprender la implicación social del suicidio nada mejor que la tipología de Durkheim: suicidio egoísta, anómico y altruista. El primero relacionado con la imposibilidad del sujeto para entrar a la lógica grupal de la sociedad, el segundo motivado por el rechazo individual de las determinaciones societarias y, el tercero, con el sacrificio de uno mismo en aras de la existencia colectiva, al modo del héroe de guerra.

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