martes, noviembre 20, 2007

Los mapas y el derecho

Hay, en el magnífico libro de Francois Ost, El Tiempo del Derecho, cuando trata de la puesta en entredicho del tiempo jurídico, una referencia a una idea de Borges según la cual en la actualidad habría mapas que, teniendo como misión representar un territorio, son tan grandes, detallados y específicos, como el territorio que buscan representar.

Tal aporía, por su significación, hay que trasladarla al mundo del derecho para entender las claves de un derecho que en los tiempos que corren, y debido en gran parte a su complejidad, ha perdido en mucho la generalidad (por lo que se refiere a los sujetos) y abstracción (por lo que se refiere a la ocasión) como notas definitorias del derecho moderno. En lugar de un derecho que regule a un sujeto jurídico genérico, se regulan a sujetos jurídicos concretos (ya no más el contratante conceptual con su autonomía de la voluntad, sino los empíricos inmigrantes de una localidad del altiplano); en vez de regular supuestos que trasciendan al tiempo y a la ocasión, como las normas civiles del siglo XIX que pretendían abstraerse del desarrollo histórico de las naciones, tenemos supuestos legales que se amarran inexorablemente al tiempo actual. Un tiempo, por cierto, de mucha urgencia, convertida en regla y no en excepción de los derroteros que corren.

Parecería que, lejos del concepto del derecho como un producto institucional destinado a perdurar en el tiempo y a cubrir con su manto todos los casos posibles, más bien hay que hacerse a la idea de que, yéndose al extremo, debería pensarse en supuestos jurídicos específicos aplicables a cada caso jurídico, en forma análoga a la imagen del mapa que termina representando en cada unos de sus detalles la realidad que quiere representar. Un símbolo de la montaña, del río, de la cuenca, que es idéntico a cada accidente geográfico representado.